Cuando uno se anima a tener una mascota, llegan una serie de responsabilidades. Las debes alimentar, las debes limpiar, llevarlas al veterinario cuando están malitas… en fin, cuidarlas. Pero he de decir que después de haber tenido pececitos, tortugas y pájaros, un perro es algo totalmente distinto. Yo no sé si es porque llevan acompañándonos desde hace ya 10 mil años, pero sinceramente, vivir con un pez naranja no es lo mismo que vivir con un perro.
Cuando tienes perro cambia algo que no esperabas en un principio, y es la cantidad de tiempo que pasas solo. Los peludos no llevan muy bien la soledad así que suelen buscar compañía. Si te han perdido de vista te buscan por la casa, y una vez te encuentran ya están tranquilos. Por esto me atrevo a decir que cuando tienes un perro, nunca más estás solo (ni tienes intimidad).
Debido a esto me ha parecido bonito retratar inesperadas situaciones en las que me he encontrado desde que Luffy está conmigo. Poco a poco iré ampliando. ¡Espero que las disfrutéis!